2009/12/31

Cosas que pasan en las simultáneas.


Dar una simultanea de ajedrez es cosa de superdotados, hay ocasiones en que uno comete errores garrafales jugando una partida, imagínese usted la capacidad de memoria y la concentración necesaria para llevar a la vez, un número grande de posiciones distintas y al llegar a un tablero, con unos pocos segundos para meditar, hacer la jugada precisa, dejando al rival con la posibilidad de pensar su próximo movimiento durante el tiempo total en que le ajedrecista da “la vuelta completa”.
El mayor número de partidas para una simultánea lo tiene Morteza Mahjoob, GM iraní, quien jugó contra la impresionante cantidad de 500 jugadores, durante 18 horas seguidas logrando alcanzar el 88% de los puntos (para reconocer el record hay que hacer más del 80%)
La preparación mental y física es impresionante, solamente la caminata es “de altura”, pues no debe bajar de los 40 km, para completar la agotadora jornada,
Cuando uno es simultaneado, de todas formas, siente la presión y juega por debajo de sus posibilidades, pero aún así, la hazaña de los maestros es de respeto….claro, a veces les suceden cosas que no están dentro de los cálculos.
En una simultanea dada “a dos cerebros”, o sea, dos maestros alternándose, y sin consultarse entre ellos, uno de los maestros llegó a un tablero y vio que le faltaba una torre, le preguntó al jugador y este le explicó que el otro maestro se había equivocado y é se la había comido….al final de la jornada, el maestro le preguntó a su compañero como había podido dejar aquella torre “en el aire” que a la larga les costó la partida….el otro, asombrado le contestó….coño, pero si el me dijo que te la había comida a ti!!!!!.....
Eso pasa cuando los maestros son dos, claro hacérselo a uno solo es más difícil…Fischer jugaba una simultanea y en una partida le ganó la dama al oponente, al llegar de nuevo a la mesa, hizo su jugada y siguió, motivando la sonrisa del jugador….el Bobby no se percató, entre tantas partidas, que él había devuelto la dama al tablero, la partida continuo y unas jugadas más adelante, nueva celada del maestro y nueva perdida de la dama, solo que esta vez, sin pronunciar palabra alguna, Fischer se echo la dama al bolsillo y continuo jugando como si nada!!!.
Nuestro Capablanca no pasó por esos apuros, y además de ser posiblemente el mejor jugador de la historia, fue un gran simultanista, obteniendo en una ocasión 102 victorias y una tabla contra 103 rivales.
En Estados Unidos, Lasker dio una simultanea ante niños, y después de terminar, mientras secaba el sudor de su frente le comentó al propio Capablanca….niños…jugaban como maestros!!!.
Sin duda, como maestros también jugaban los contrarios que enfrentó el GM Robert Wade, quien en 30 partidas solo pudo “sacar”9 tablitas, perdiendo las 21 restantes, Wade salió medio traumado, pero un amigo lo consoló recordándole que en 1910, el maestro australiano Josef Krejcik, tuvo un dia malo….le dieron en las 25 partidas que simultaneo, Wade, se le quedó mirando y le dijo….bueno, pero eso fue “a la ciega”.
Además de las simultaneas “normales”, si es que eso es normal, existen “locos” que juegan a la ciega (o sea, sin mirar los tableros) contra un numero grande de contrarios. Hay quienes consideran excesivo el riesgo que se corre, pero como en todo en la vida….el hombre siempre busca superarse.
El polaco Miguel Najdorf, ganador del primer torneo en memoria de Capablanca, en el año 62, fue a la olimpiada de Buenos Aires en el 39 y estando allí, se produjo la invasión nazi a su país, lo que motivó su decisión de permanecer en Argentina. En 1940, solo sabía que su familia estaba en campos de concentración y para hacerles llegar noticias suyas y que supieran donde estaba, se le ocurrió jugar contra 40 tableros a la ciega, lo cual constituyo un record y fue reflejado por los diarios de todo el mundo, cumpliendo con su objetivo de hacerles llegar noticias a los suyos.
Para terminar, dos anécdotas del miguelito ajedrecista.
En una escuela al campo, nos llevaron una noche a un experto a darnos una sección de simultáneas, yo en ese momento era el segundo jugador más fuerte de mi secundaria.
Al que siempre me ganaba, le dieron nocao flash, no calentó ni el frío cemento de los bancos del comedor, y poco a poco fueron cayendo los otros, cuando quedábamos como 5 o 6 jugadores, ya mi posición era claramente superior a la del maestro, y no se si por amor propio, o por alguna apuesta oculta, fue el profesional el que me acusó de haber cambiado una pieza de casilla (un caballo específicamente)….los que miraban la partida casi se lo comen vivo…yo solo regresé todas las piezas al inicio y le “pasé” la partida completamente, dándole muestra de que no estaba jugando con alguien tan inexperto….unas cuantas jugadas después se rindió y yo salve el honor de mi escuela….a sabiendas que tal vez le había jodido una botella de ron o un puerquito, pues su socio, a la hora de irse, me felicitó con un claro agradecimiento en la mirada.
La otra, fue durante una simultanea gigante en la Plaza, en una fecha libre de un Capablanca, donde prácticamente al empezar, cayó un palo de agua que pa’que contarles. Muchos de los maestros anunciados, no salieron a jugar por la lluvia, lo que provocó un gran desconcierto en los que ya estábamos acomodaditos esperando a nuestros ilustres rivales.
Los que enfrentamos el agua, nos fuimos moviendo a otras filas, donde algunos maestros desafiaban la lluvia y cuando alguien perdía, se ocupaba el lugar del derrotado, se armaba de nuevo y a jugar….creo que hubo jugadores que deben haber enfrentado a mas de 100 contrincantes en aquellas extrañas condiciones.
En una vuelta, el GM Granda derrotó a dos jugadores que estaban en mesas contiguas y nos sentamos un negrito y yo. Colocamos las piezas y esperamos que el maestro llegara. Amablemente el peruano se negó, llevaba jugadas un numero enorme de partidas, y con un gesto cortés, nos echo un cubo de agua fría arriba (como si no hubiésemos estado empapados ya)…bueno, me echo a mi, porque el negrito no era fácil….no hizo el trebejista más que moverse a la mesa de al lado, el moreno empezó a hacer jugadas y se metió de a lleno en el medio juego, clavó los codos en la mesa y hundió la cabeza entre las manos….Granda llegó de nuevo y el muchacho movió su pieza….dudó un poco, pero jugó y siguió, para vencerlo unas cuantas jugadas después. Esta anécdota se la comenté al periodista Bayolo y él entrevisto a Granda, publicando un articulo de una pagina completa en el juventud rebelde dominical, donde Julio Granda le confesaba que él se había dado cuenta inmediatamente, pero que las jugadas que el muchacho había realizado eran tan malas, que aquella partida en pocas jugadas era “punto seguro”.
Recuerdo que estaba anunciado que todos los que ganaran aquel día, podían, como premio, llevarse el juego con el que lograran la proeza.
Yo no pude mover ni una pieza, y a estas altura de la vida me da algo de pena decirlo, después de aquella tremendísima mojada, me fui cargado… hasta el otro día estuve regalando juegos de ajedrez a los chamas del barrio!!!!

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